"" La Malvada Bruja ... Maria de las Mantas ...."""""




""" La Malvada Bruja .... María .... de las Mantas....""""A mi nieta ALBA

Nunca llegamos ha verla, pero su presencia por las noches del otoño y sobretodo en el invierno, permanecía a nuestro lado vigilándonos. No hacía falta verla de frente; cada noche, su temor nos la hacía imaginar de diferentes formas; alta, delgada con flojas ropas, apoyada en una vieja escoba mientras que con su pálida sonrisa, dejaba entre ver el único diente de su boca. Otras noches, venía a nuestra mente, pequeña y gorda como un melón y con sus pelos largos como solo las malas brujas traen pero con la sonrisa más terrorífica que nuestra infantil mente podía imaginar.. Su voz parecía salir de las más escondidas cuevas en donde hasta los lobos palidecían de miedo al verla pasar. No debía gustarle el verano porque en vacaciones del colegio, nuestras madres no nos recordaban la presencia de "María de las Mantas", solo al anochecer, se encendía en su casa aquella misteriosa luz que giraba alrededor del Pueblo. Tampoco supimos nunca en donde veraneaba, pero para nosotros, el saber que estaba lejos, nos permitía jugar más tiempo en la calle. Sobre mediados del Otoño, con las clases comenzadas, se nos terminaban los juegos de la calle, porque nuestras madres nos volvían ha recordar que "ella" la gran Bruja, había vuelto al Pueblo y si sus rayos de luz de su fortaleza, nos encontraban despiertos, vendría por la noche y nos llevaría a su torreta, al final del muelle. Este aviso era suficiente para "apurar la cena y meternos en silencio bajo las mantas y dormirnos, aunque no tuviésemos sueño". Igual aún no nos habíamos dormido pero permanecíamos ocultos callados, hasta que el gran silencio nos vencía y cerrábamos los ojos hasta el día siguiente.. Aquel castillo o torreta, lo visitábamos de día y con la claridad hasta nos atrevíamos a llamarla, pero nadie contestaba porque tal vez tenía un sueño profundo o tan vez de día dormía en el fondo del mar, pues muchas veces llegaban al puerto unas esperpénticas aves negras muy delgadas que en el Pueblo le llamaban ARAOS y los ancianos decían que eran los hijos de María de las Mantas, los cuales se zambullían para pescar peces durante larguísimo tiempo, apareciendo muy lejos de donde habían desaparecido. Pero al comenzar la noche ¡¡¡ ni por todo el oro del mundo nos atrevería,os a acercarnos a su torreta...!!! solo de pensarlo, se nos `ponía la piel de gallina...No sabíamos porque la luz de su torreta giraba alrededor del pueblo; seguramente era para controlar si en alguna casa, algún niño no se había dormido y pasar así por la noche, para arrastrarlo hacía su tenebrosa casa.
Fuimos creciendo y poco apoco comprendimos que aquella malvada torreta no era más que el Faro del muelle, en el cual, al atardecer se encendía la propia luz potente del mismo que giraba a su alrededor, para iluminar a los barcos la presencia de rocas y tierra y evitar que se estrellaran.
Para ese tiempo, nuestras madres, ya no tenían necesidad de hablarnos de la " malvada Bruja María de las Mantas" y comprendinos que con ella, se habían encontrado con la solución, para evitar nuestras  negativas infantiles de no querer ir a dormir.
Hoy, seguimos teniendo el recuerdo de las muchas "Marías de las Mantas" que imaginamos y si bien, en momentos, sentimos verdadero miedo, hoy su recuerdo forma parte de los bellos recuerdos de
nuestra infancia que en la nostalgia, nos hubiese gustado repetir... aunque ello supusiese... enterrar nuestra cabeza bajo las mantas...cuando escuchábamos la voz de nuestras madres, temerosas,decir
       """"Dormiros que María de las Mantas ya encendió su luz giratoria y puede veros despiertos..."

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Lo que si es real. Nos contaban eso de pequeños al ver el Faro del muelle

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  2. Lo imagino al leer el cuento.
    Siempre hay los miedos en los que nos hacen creer los mayores para que obedezcamos, lo que es entrañable es tu forma de narrarlo.

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